26 enero 2011

                                                             

 Lluvia y mujeres que han muerto. En este caso, no una muerte física, sino la desaparición de objetivos, de rumbo, de la misma vida, reflejada en este libro, "Arlington Park". El título viene dado por el nombre de un barrio residencial de tinte burgués donde se cruzan un grupo de mujeres de mediana edad, casadas y con niños; que se paran en un extraño y lluvioso día para observarse a sí mismas y a su entorno, contemplando impasibles su propia infelicidad, su impotencia, su apatía. Tan grises como el día en que se desarrolla la narración, solo se sienten seguras bajo el yugo de los convencionalismos, tratados aquí de forma muy británica.

 Se presentan distintos casos, pero en todos reside la inconformidad que nace de vivir en Arlington Park, unida a la incapacidad de tomar la decisión de cambiar. Surgen en ellas sentimientos que van desde la repentina violencia a la total pasividad, provocados por sus maridos, o sus hijos, o sus vecinos... finalmente por sí mismas y su miedo a los cambios, a lo diferente, a lo real. 

 Destacables son las minuciosas y subjetivas descripciones que realiza Rachel Cusk en cada capítulo, capaces de recrear la opresión y pesadez que se respira en esta ciudad ficticia. Posiblemente no muy lejana a otras tantas ciudades e historias reales.

 "Bajo la lluvia, aquellas calles destilaban el ambiente inamovible de los lugares muy antiguos. las grandes casas se alzaban impasibles en la oscuridad, semiocultas en medio de los árboles chorreantes. Entre ellas se dislumbraba una última panorámica de la ciudad, de sus eternas luces rojas y amarillas, sus engranajes pulsátiles, sus calles siempre abarrotadas de vida indiscriminada. Era una vista impresionante, pero nada tranquilizadora, porque resultaba demasiado implacable. La actividad incesante excluía toda sensación de calma, de interrupción, de pausa. La historia de la vida requería sus interrupciones y sus pausas, sus días y sus noches, porque de otro modo carecía de sentido. Pero al contemplar aquella vista, se tenía la sensación de que la vida carecía de significado, de que los días carecían de significado."   

1 comentario:

  1. Hasta tu breve reseña parece deprimente. Suelen escribir estos relatos gentes –escritores– que han sabido huir de esos lugares y de esas situaciones; y ese tipo de relatos recuerda con frecuencia pasajes y lugares de los que hay que huir. Es necesario n o contagiarse al leerlo, ¿eh?

    ResponderEliminar