12 enero 2011

Ceguera

  La frescura en una mañana de enero, unos incipientes rayos de sol le calientan levemente la espalda mientras camina de camino a la estación. Observa con semblante serio el infinito -y en ese momento, despejado- azul que se extiende sobre su cabeza, sobre las cabezas de los demás, sobre todas las cabezas del mundo; y cree encontrar una respuesta. Pero, ¿cuál era la pregunta?. Siempre tiene cientos de ellas en mente, y la mayoría no obtienen contestación alguna.

  Se cruza con un conocido, bastante desconocido ya. "¿Por qué me ha mirado así?, ¿se acordará de mí?." No son éstas el tipo de preguntas que necesita, tan simples que cruzan su mente apenas por unos segundos. No, las preguntas que busca son aquéllas a las que nadie le ha podido contestar. Primero planteadas a  los demás cuando era un niño, más tarde a sí mismo; siempre idéntico resultado: el vacío.

  Cuando vuelve a mirar hacia arriba, la luz le ciega por un momento. Y en esa ceguera está lo que buscaba; encuentra que la forma de responder sus preguntas no es observar lo de fuera, sino mirar hacia dentro.

"¿Qué es felicidad?" Se pregunta. Y por fin sonríe.

  Felicidad en este momento fue caminar en la temprana mañana, tan lleno de dudas, y encontrar lo que necesitaba en sí mismo. Felicidad será, de ahora en adelante, lo que él quiera que sea.

3 comentarios:

  1. Es un texto muy fresco, podría ser el pasaje de una novela. El valor le viene también del fragmentarismo –que es una característica de la poesía actual. Siguen siendo textos muy líricos, desde una sola perspectiva. Ya sé, ya sé que eso es defendible. Pero tenlo en cuenta; a lo mejor se expresa lo mismo de manera más lúcida si lo consigues sacar fuera del circuito lírico.

    ResponderEliminar
  2. Lo sé, lo sé; me queda mucho por hacer pero ya sabes que lo tendré en cuenta. Gracias de nuevo.

    ResponderEliminar
  3. Menos mal que no le dijeron eso nunca a Shakespeare, o que no quiso escuchar..
    Lo siento, pero no estoy de acuerdo, Pablo.

    ResponderEliminar