07 diciembre 2010

  Es difícil permitir a las horas que se interpongan entre los dos.

  Entonces, las manos se me quedan frías, porque les falta vida, calor, energía. He probado guantes de todas las telas y colores, pero los únicos que me sirven son los de tu piel. Espero que no seas un animal en peligro de extinción.

   Además me vuelvo un poco sorda; es difícil escuchar algo por encima de los suspiros que se escapan entre mis labios. ¡Creen que así estarán más cerca de ti! Pero siempre vuelven, para convertirse en dióxido de carbono... y mueren, dando paso a los demás.

   Sabes que me caigo a cada paso;  tus brazos son los únicos que podrían sostener tanto tropiezo, tanta torpeza, tanta tristeza trocada en alegría.

   Incluso la vista me falla cuando no iluminas la habitación en la que estoy. Sé que mi felicidad estaba por algún lado, creía haberla guardado donde siempre... ¡Ah, ahí está! Gracias por sonreír; creí haberla perdido.

1 comentario:

  1. Y en esta entrada había comentado –¡y tampoco lo veo!– un comentario en el que señalaba que había mucha más poesía en él que en todas las rimas de Bécquer.... creo que confundes poesía con rimas y versos; tçú tienes capacidad poética; lo otro es técnica, que se aprende.

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