Puede pasar que un día merezca la pena ser quienes somos, haber cometido tantos errores de los que nos arrepentimos y otros tantos de los que nunca lo haremos. Porque si no es a base de fallos, ¿sobre qué se construyen los cimientos de una persona?
Hay fallos que lo arrebatan todo, no dejando más que culpa y un pesado vacío; pero otros nos traen una nueva visión, una forma fresca de mirar hacia delante como antes no lo habíamos hecho.
Ciertos errores son los mejores aciertos que podríamos haber cometido. Y es, entonces, cuando la vida nos besa en la boca. Somos mil victorias y mil derrotas, que finalmente no pesarán más que una mota de polvo flotando en el universo. Pero, aun así, puede que un día mereciera la pena.
Más bien una victoria y mil derrotas. Pero aun así vale la pena.
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