Silencio entre el tumulto. Ruido en movimiento. Y música para un sordo. Pierdo las esperanzas en momentos como este. Se van, como vuelven los escasos momentos de un efímero atardecer. La boca seca de palabras perdidas, escozor en los ojos de llorar pensamientos, frías manos llenas de vacío. El juego consiste en avanzar, la carretera podría ser infinita. El cielo azul, naranja, rosa, morado. Edificios, montañas. Me he roto por dentro decenas de veces, y así seguiré haciéndolo. Mirar, ver, observar, decepcionarse, callar. Los días se empapan de incertudumbre; hay mil caminos y ninguno es fácil.
Luz parpadeante en anhelo del borroso recuerdo, la fingida compañía de un desconocido sin rostro, cuyos ojos encuentras vacíos. No podría mirar hacia arriba porque está oscuro y la negra tintura me resbala por los hombros, empapa mis manos y se endurece, hasta impedirme el movimiento. Tinta robada a un bolígrafo anónimo que se vende como una puta transcribiendo mis palabras baratas, sin vida, que rezuman la amargura de su autor.
No mires más, nadie te está buscando esta noche. No estás solo, pero así estás condenado a sentirte. O posiblemente sí estés solo. Como yo, como todos los demás. Y vacío, deambulante en un océano de almas en pena empeñadas en dar con aquello que les falta. Un armario lleno de ropa, unas sábanas bañadas en sudor.
No sé qué quería decir.
Lo del color me ha recordado un montón a esto: http://www.youtube.com/watch?v=ne9TsGCc_zA
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