13 febrero 2012

    El hombre del tren no cesaba de hablar, en un incontrolable ataque de verborrea. Gesticulaba exageradamente, abría los ojos en busca de una mirada que lo respaldase. Los demás pasajeros permanecíamos impasibles.

-...porque muchas cosas se echan a perder. La comida. Una persona. Su inocencia, su forma de ver las cosas, su capacidad de sorprenderse por la vida. Su vocación, su sueño, su alegría. Todo lo que somos puede destruirse. Todo lo acabará haciendo, es así. Somos compuesto orgánico que primero morirá, luego se pudrirá, finalmente desaparecerá... pero lo importante es cuándo. Mirad, yo me levanto y veo hombres y mujeres que han alterado el proceso. Primero se pudren, luego se desintegran y al final mueren. Están vivos, sí, pero ya no son nadie. Empiezan a descomponerse antes de tiempo. Unos por dinero, otros por amor, otros por simple pesimismo. Se pasean por ahí, en busca de falso consuelo, unos en el consumismo de los escaparates, otros tanteando amor de una noche en alguna discoteca, otros frente a la pantalla, que emite Telecinco, o cualquier tipo de telemierda. Y esos hombres y mujeres sois vosotros. Se me ha olvidado lo que quería decir, a mí se me están descomponiendo las neuronas. Pero joder, vivid, dejaos de gilipolleces y moveos, leed un libro, hablad con personas que no conocéis. Olvidaos del miedo, de la vergüenza, de la tristeza. No os pudráis antes de muertos.

    El tren permaneció parado en la estación hasta que acudió la Unidad de Control de Cerebros Pensantes, y se lo llevaron.  Últimamente estos altercados se producen con frecuencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario