22 enero 2012

    La piel me entregó su contacto, su contacto me otorgó confianza, la confianza... ¿qué me  aportó? ¿Qué me arrebató?
    Me duele el estómago de tragar las mentiras con cerveza, y en mis resacas vomitarlas de vuelta, aún más amargas. Pero cuando digo la verdad, me clavo en tus ojos. No sé qué quería decirte, quizá lo mismo de siempre, así que seguiré callada. Aún así sabes que permanecería en tu cama como un soldado en su trinchera, evitando resultar heridos por lo que tú y yo somos fuera de estas cuatro paredes. Yo huyo de mí, soy perseguida por mi propia sombra a través de las fronteras que impuso el miedo; concédeme el asilo político que ofrecen tus manos. Sigo borracha de promesas etílicas, mi mente se nubla por el humo y las espesas palabras, pero sé lo que quiero.
    Quiero que me arranques la ropa y me acaricies el alma.
    Quiero que susures lo que no supiste en voz alta.
    Quiero que me veas cuando me mires.
    Sé que no lo harás, en mis ojos no encuentras nada... y yo tampoco.

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