17 marzo 2011

   Mañana de trenes, rostros y lluvia.

   Cogí un periódico del asiento de al lado, y la muerte ocupó su lugar. Pasé algunas páginas, y los rostros del tren se tornaron agonizantes, mudos gritos de angustia silenciados por el traqueteo de las vías. Cuantas más páginas leía, peores las escenas representadas en los asientos contiguos.

   Un grupo  se agolpaba asustado contra las puertas, temerosos de un peligro invisible que amenazaba con pegarse a su piel. Otros tantos miraban hacia el suelo con cuencas vacías, apuntando a la nada con sus rifles. Mientras, una mujer moría desangrada, aferrándose su último suspiro a la barra metálica; fría como el cuchillo empleado.

   Cuando ésta me miró, cerré el periódico de golpe. Su rostro volvía a ser el de la misma joven, su pecho intacto, su expresión aburrida. Pero a través del cristal, llovía sangre.

2 comentarios:

  1. Expeluznante relato. Ahora da no se´que leer en el tren, jeje.

    En serio, escribes muy bien.

    Saludos!

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