28 noviembre 2010

¡Cuántas veces dije que no me importaba! Nunca advertí diferencia entre luz y oscuridad; todo fue un vaivén, un sinsentido, un disparate. Cruzaba el puente una y otra vez, intentando en vano llegar a alguna parte; me movía de un extremo a otro, abrasándome o helándome según correspondiese. Y daba igual. Un vacío, un agujero... nada.

Nada.

Nada.

Nada.

Nada.

Y...tu mirada.

 Luz. Me dejó ver el camino, el suelo se había asentado por vez primera bajo mis pies. Sin puentes, sin vaivenes, sin finales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario