10 septiembre 2012

    Marcas en la piel, quemaduras, cortes, arañazos.  Agujeros en los ojos, globos oculares que explotaron como un confeti pegajoso, lleno de los colores de la última escena contemplada. Sangre reseca bajo las uñas, manicura roja de un centro de estética donde una asiática borra durezas y pinta mentiras.  Un cerebro abierto a la mitad, una mente separada en dos hemisferios, vísceras repartidas por el suelo; un corazón arrancado de sus arterias y privado de cualquier latido, de cualquier sentimiento imaginado y llevado hasta el límite de la realidad.

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