13 septiembre 2011


    Es tan absurdo creer que tu vida está organizada, que tienes las cosas claras y que nada podría tirarlo todo abajo.
    Vivir se trata de construir un refugio para que una tormenta lo derribe una y otra vez. Vivir es volver a recoger las piezas para empezar de nuevo y formar una guarida aún más consistente que la anterior, una que ninguna fuerza pueda destruir; donde proteger las  machacadas piezas de lo que llamamos "Yo". Pero llega el día en que no es una tormenta, sino un huracán lo que se aproxima, tan impresionante que de nada serviría esconderte; así que sales a recibirlo con tus pedazos en las manos, y te dejas arrastrar. Adiós refugio, adiós pedazos; se acabó todo.
    Horas, días, semanas más tarde despiertas. Vapuleado, herido, zarandeado. Golpeado por las propias paredes de tu guarida, acuchillado con lo que una vez fueron las cáscaras de tu corazón, endurecidas como rocas. Te levantas y te sacudes toda la mierda de encima; aquello que considerabas tu propio ser, cae al suelo. Ahora eres ligero, ahora nada te sobra ni te falta. Ahora eres tú.

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