31 diciembre 2010

  El 31 de diciembre, dispone en el suelo de la terraza dos cajas, exactamente iguales.

   En la primera deja una botella con las lágrimas que ha derramado durante esos 12 meses. Una grabadora con todos los gritos, las quejas, los lamentos. Un sobre con las mentiras y las desilusiones.

   En la segunda caja guarda una sola cosa, que conservará para el siguiente año.

  Las cierra, y finalmente prende fuego a la primera, despidiéndose del 2010.

 -Mierda. Espero no haberme equivocado de caja...
  Me gusta mirarla, porque en ella me encuentro a mí.

  Veo cuando se esfuerza por gustarse a sí misma, se mira en el espejo, se vuelve a mirar, y se acaba enfadando; porque no siempre lo que le gusta a ella le gusta al resto, ni viceversa. Refunfuña en voz tan baja que ni entiende lo que dice; quejándose de ser tan esto, o tan poco lo otro.

  Se maquilla por dentro y por fuera, intentando disimular las ojeras, las tristezas, los puntos negros, los oscuros pensamientos. Perfila sus ojos con cuidado para alejar la inseguridad de su mirada. Intenta dominar su pelo; así no le gusta. Así tampoco. Tampoco. Al final lo revuelve con ambas manos, y se va.

   Ya en la calle, se acerca al resto. Eso se había propuesto. Pero siente cómo su voz vuelve a chocarse contra el muro que solo ella construyó; esa coraza que durante un tiempo la había protegido, pero que hoy la axfisia como si de un corpiño se tratase.

  Sé cuando quiere imaginarse que tiene algo en común con los demás, que su vida es como debe ser la de otros al coger el metro y volver a casa. Sin embargo, ella, al volver, casi siempre llora; sola, en silencio, mientras escribe en su ordenador.

  Como yo.

29 diciembre 2010

   Susana se lima las uñas mientras mira la televisión, sin verla. Siente un tirón en su tieso pantalón de pana.

-Mami, caquita.

   Deja la lima en la mesita y coge a su -ahora maloliente- niño en brazos. Cuando le está quitando el pañal, llega su Marido.  Entra en el baño, y le revuelve el pelo a modo de saludo. Despues mira al desnudo niño.

-¡Este es mi crío, vaya huevazos! Serás como tu padre, todo un hombre.

   Se lava las manos, negras por el aceite del taller. Las frota con fuerza, en vano; llevan años así, y las manchas nunca desaparecen. Ella permanece en silencio, durante unos minutos no se escuchan más palabras que éstas.

-¿Qué hay de comer?- Pregunta él finalmente.


   Y lo mismo se repite un lunes de enero, un martes de febrero, un miércoles de marzo.


   Un jueves de abril, mientras fríe patatas -esas que ella nunca come para no engordar, pero que cada vez engrosan más el estómago de su Marido- el aceite salta, quemándole el dorso de la mano. Al momento aparta la sartén del fuego, y se apoya en la encimera. Impasible primero. Luego silenciosas lágrimas empiezan a deslizarse por sus pestañas. Al caer en la cuenta de que está sola en casa, surgen los sollozos que tanto tiempo se ha tragado.

   Se quita el delantal,  lava sus enrojecidos ojos y se suelta la coleta, algo grasienta. Su Marido ha bajado al niño al parque para jugar,  así que se siente algo más atrevida; capaz de dar un paso sin pensar en dónde pone el pie. Coge bolso y chaqueta y sale, bajando tímidamente los escalones al principio, pisando con más seguridad al salir del portal.


   Un viernes de mayo, deja de esconderse.

-Cariño, me voy con mis amigos, volveré tarde.

   Ella le sonríe abiertamente, con una expresión que él no había visto antes.

-Claro, no me lo digas: hay fútbol y despues os vais a tomar cerveza y jugar a las cartas, ¿verdad?

-Eh...sí, más o menos.

-Bien. Pues yo también me voy. Volveré tarde. Acuérdate de darle de cenar al niño.

    Y se va. Aunque le tiemblan las manos y una gota de sudor frío cae por su frente, con expresión incrédula; se va.

 Un sábado de junio, ella se siente viva.

   En un lugar en el que se supone no debería estar, con compañías que nunca habría imaginado frecuentar. Pero su sonrisa vuelve al mirar a la chica que, con gesto coqueto, la observa al otro lado de la mesa. Su voz se hace más segura cuando le susurra algo al oído. Y sus manos ya no tiemblan cuando le acaricia suavemente la pierna.

    Un domingo de julio...

"¿Crees que no sé lo que estás haciendo? ¿Lo que nos has hecho a tu hijo y a mí? Ya le explicarás a tu abogado lo bien que te lo has pasado con esa zorra bollera."

   Es todo lo que se puede leer en la arrugada nota que encuentra al despertar, encima de la mesilla.

28 diciembre 2010

"Se trata de vivir por accidente",

pues por accidente nacimos

y sin incidentes moriremos.

Como un disparo de desconocido calibre y errado tiro,

que fue a hundirse en la tierna carne

de un ser humano no tan tierno.

En él despertó el dolor y su miedo,

que por siempre le marcó también el pensamiento,

que le nubló la vista con el negro de la pólvora.

 Cuántas lágrimas han caído por tu falta de valentía, tu disfraz de impotencia y tu silencio ahogado entre gritos. No recuerdas un día en que la autocompasión no te estrechase en su adormecedor abrazo, esperando que tus párpados se cerrasen en un interminable sueño para morderte el cuello y dejar en tu sangre la ponzoña de la desidia; el veneno que poco a poco te llevará al borde de la locura de no saber si fuiste, eres... o el olvido.

27 diciembre 2010

 Ojalá siempre me mires

como a una desconocida;

en tus ojos el desconcierto,

tus labios curvados en la duda

de saber si ya antes me rozaron.

Aunque mis palabras fueran las mismas,

no las escuches; y si lo hiciste

espero que nada recuerdes.

Finge que cada encuentro es el primero,

piensa que será el último;

pues bien sabes que solo así

me seguirás queriendo.

25 diciembre 2010


Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.







Pablo Neruda


Inmarcesible

   Impotencia cuando aquella mirada tuya, tan de almíbar y licor, se derramó por tus mejillas, resbalando como la lluvia que nos empapaba. Quise llorar, necesitaba hacerlo; pero significaba aceptar lo que tus palabras aún no habían dicho. Así que me tragué las convulsiones de mi garganta, que se moría por gritarte: "¡Cruel, farsante, impía, embustera...!", y otros cuantos sinónimos que pudieran acercarse a tu mezquindad. Clavé las uñas en las palmas de mis manos, que aun hoy echan de menos la calidez de tu piel, y te dije un "hasta pronto", sabiendo que pronto, sería nunca.

23 diciembre 2010

Infelicidad crónica. Sentenció el doctor.
Atranqué la puerta única en mi vida

abierta a temores,

cerrada a alegrías

desde hace tiempo.

Intenté tapiarla desde dentro

para que yo no pudiera salir,

para que tú no pudieras entrar;

pero el tiempo la echó abajo

destrozando el marco y la cerradura,

la madera, los tornillos, las bisagras,

como Jack Nicholson en El Resplandor.

Tú entraste y yo salí

porque no había sitio para dos

en un corazón a la mitad.


22 diciembre 2010

olvido.
1. m. Cesación de la memoria que se tenía.
2. m. Cesación del afecto que se tenía.
3. m. Descuido de algo que se debía tener presente.

1. No sé cuándo fue la última vez que supe jugar con mis manos y mi imaginación, aquellos días claros y sosegados, en los que poco entendía y menos necesitaba para saberme feliz. No recuerdo cuándo empezó a cobrar sentido el concepto preocupación.  Ni el momento en que comencé a ver dolor, mirase donde mirase.

2. Desconozco por qué dejamos de sentirnos, qué cambió para que yo no viera lo mismo en tus ojos, ni tú en los míos. Tus manos eran como el metal que un día fue fundido, tan rojo y abrasador, pero que al siguiente se volvió gris, duro y helado para siempre. Las mías ya ni siquiera te buscaban, ni volverían a hacerlo.

3. El presente ha sido eternamente postergado; ya no me queda un mañana, tan solo un ayer. Maldito ayer.
  Viví                                                                                      cometiendo


     pensando                                                                              tan solo 

   
     locuras;                                                                                sensateces.


21 diciembre 2010

    Cuando vas en el autobús, un hombre observa tu mueca de fingida indiferencia, tu gris mirada, perdida en el reflejo del cristal; quién sabe si mirando al exterior, o escudriñando tu propio interior, aquél lleno de fallos, de tropiezos, de tristeza y de lamentos.


    El hombre se levanta y se acerca, extendiendo la palma de su mano abierta hacia ti. Por señas te indica que cojas lo que sostiene: es mudo. Sin pensarlo, alargas la mano y coges los dos caramelos que te ofrece. Entonces te sonríe. Y tú le devuelves la sonrisa. Le sonríes de verdad. Y no dejas de hacerlo hasta que te bajas del autobús y te despides con la mano de él.

    Si empezaras a apreciar todos los caramelos que la vida te ofrece a lo largo del día, esos fugaces pero dulces momentos -aquella mirada felina que tanto te gusta, o esa calmada voz a tempranas horas, o el rayo de sol que te calienta las manos mientras miras por la ventana- dejarías de temer al tiempo y su mal sabor de boca.

20 diciembre 2010

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.



Sabina.


http://www.youtube.com/watch?v=j2m0hpzqbJE
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 Dichoso el primero que encuentre su camino, pues nada más necesitará buscar.

Feliz Navidad.

17 diciembre 2010

Hetero. Homo. Bi.

SEXUAL

Para qué hacer distinción, si en el sexo y el amor todos acabamos igual:

JODIDOS


16 diciembre 2010

   Imagina un ser que mediante hormonas inhibe su capacidad de procrear. Sin embargo, aumenta artificialmente el tamaño de sus glándulas mamarias, -esas a las que desea no tener que darles un uso más que estético y sexual-; mientras que se mata por acabar con cualquier ápice de grasa en el resto de su cuerpo. Elimina cualquier rastro de vello corporal, sin embargo se lamenta constantemente por no tener una larga y tupida cabellera. Ese ser...es la mujer.



  Culpa a todos y cada uno de sus antepasados por no haberle legado la perfección a la cual aspira. Porque no se da cuenta de que la revista que entre sus bonitas manos sostiene, es irreal. Nada de lo que ve debería ser envidiado. Y es que ella, en su imperfección, es perfecta.

Sé que lo sabes, sabes que lo sé.



Pero nadie dirá nada.
Cuánto dura cuanto



   Este libro nos muestra cómo en cualquier lugar tiene cabida la poesía. Ya en la portada (ilustración realizada por María Llorente) encontramos una serie de elementos mundanos, aparatos que utilizamos día a día: una silla, una batidora, un frigorífico y una lavadora; estos dos últimos dotados de brazos, lo que supone una personalización de los objetos. Es un ejemplo que representa cómo María Eloy-García ha puesto su mirada poética en estos símbolos cotidianos, que en la ilustración se asientan con precariedad sobre una persona. El libro consta de cuatro partes: El ciclo de Hipermuriel, Transverberación de la vecina, La puerta Magritte, y un epílogo.

   Siguiendo la estética de los novísimos, utiliza procedimientos experimentales, la más obvia la supresión de los signos de puntuación, además de ruptura del verso y una disposición gráfica no normal. También se incluyen dos poemas visuales, plasmados en un ticket de la compra y una termomix, además de un poema fotonovelado final.

   La peculiaridad de sus poemas es cómo consigue hacer poesía sobre algo que no es fácilmente poetizable, tratando también situaciones y realidades conocidas por todos, como puede ser una comunidad de vecinos, un supermercado o una peluquería; a través de las cuales siempre extrae un juicio o reflexión filosófica.

  Un buen ejemplo es La Sopera. En una lectura que María Eloy-García hizo de algunos de sus poemas en La Central del MNCARS cuenta cómo le regalaron una sopera y ella la guardó en el mueblebar de su casa, cerrándolo con llave. "Nunca más he podido volver a ver mi pobre sopera, ni de qué color es... nunca más la he podido volver a tocar y mucho menos usarla. Entonces todo esto es la antesala del mito si lo piensas, y todo el mundo que venía a mi casa trataba de abrir el mueblebar. Nadie lo consiguió nunca, entonces, ¿a quién puedo nombrar rey de Camelot de mi casa? -me recordaba al ciclo artúrico-; todo eso mezclado con que estaba leyendo a Kant...se me mezcló todo." Tras la lectura del poema y la interpretación que ella da, además de apreciar el fondo humorístico, podemos observar la complejidad del contenido por sus numerosas alusiones a diferentes terrenos; algo que no entorpece sin embargo a la comprensión del sentido de su obra.

 Es curioso ver cómo fusiona los ya mencionados elementos mundanos con el mundo científico, aludiendo por ejemplo a la teoría propugnada por el Botánico-Conservador del Museo Británico Robert Brown. Constantemente mezcla terminología científica (física, química, historia e incluso informática) con lo más cotidiano, añadiendo arte y filosofía, creando una poesía con gran variedad de lecturas, variables según el criterio y los conocimientos del lector. De esto se sirve para hacer un repaso sobre la vida humana. En El Ciclo de Hipermuriel, refleja cómo una empleada pasa de cajera a reponedora, a carnicera, a charcutera... de forma pasiva, tal y como nosotros hacemos en nuestras vidas, dejándonos arrastrar por las circunstancias. Transverberación de la vecina presenta más variaciones, tratando desde la rutina y conformidad en la vida de una ama de casa hasta la evolución del ser humano y sus negativas consecuencias, resaltando lo que el hombre ha perdido a lo largo de este proceso -acercándose en estas ocasiones a la filosofía de Rousseau-.

  En todo el libro se encuentra latente una crítica al hombre y la sociedad, que esta poeta de ideología sindicalista expresa con gran fuerza y vehemencia. Es obvio su tratamiento de la sociedad desde un punto de vista trágico, pues muestra la soledad, el hastío, la alienación a la que hemos sido llevados. Sin embargo sigue habiendo un lugar para la esperanza y el amor entre la oscuridad y el pesimismo que nos envuelven.

15 diciembre 2010

Prometí no prometer nada que no cumpliría. Y nada, más que esto, pude prometer.
Dejé mi vida en las manos de un hombre con Síndrome de Diógenes. Y la tiró a la basura.

  Vamos al cine.

    "Juguemos a saborear esa felicidad sin límites marcados, sin un final concreto, donde incluso las tormentas y los tormentos parecen agradables; porque tú omnipresente espectador, sabes, desde tu butaca, que pasarán, y el sol brillará como nunca antes lo había hecho, en los bailes de graduación, los eternos viajes a paradisíacos paraderos, las bodas."
  
    Quieres regocijarte en ese placer ajeno. Acoges las blancas sonrisas americanas como si a ti fueran dirigidas; el amor de las azules miradas, de las bellas -aunque cada vez menos profundas- palabras, de las caricias de cachemir, del mágico sexo estelar...
  


    Sin embargo, a mí pagar 8.50 solo me produce dolor de huevos.
  
    ¿Ya te has dado cuenta de que tu vida nunca será como una película?

12 diciembre 2010

-No te preocupes, mañana será otro día.

-¿Y qué?. Tú y yo seguiremos siendo los mismos.

07 diciembre 2010

  Es difícil permitir a las horas que se interpongan entre los dos.

  Entonces, las manos se me quedan frías, porque les falta vida, calor, energía. He probado guantes de todas las telas y colores, pero los únicos que me sirven son los de tu piel. Espero que no seas un animal en peligro de extinción.

   Además me vuelvo un poco sorda; es difícil escuchar algo por encima de los suspiros que se escapan entre mis labios. ¡Creen que así estarán más cerca de ti! Pero siempre vuelven, para convertirse en dióxido de carbono... y mueren, dando paso a los demás.

   Sabes que me caigo a cada paso;  tus brazos son los únicos que podrían sostener tanto tropiezo, tanta torpeza, tanta tristeza trocada en alegría.

   Incluso la vista me falla cuando no iluminas la habitación en la que estoy. Sé que mi felicidad estaba por algún lado, creía haberla guardado donde siempre... ¡Ah, ahí está! Gracias por sonreír; creí haberla perdido.